El Siglo XIX inició su derrotero bajo el signo de la obra
de Humboldt. Nunca como en este tiempo la ciencia estuvo tan compenetrada al
concepto de libertad; el afán por la investigación desconocía de límites, ya
sean naturales o de pensamiento. Desde Europa una multitud de jóvenes
entusiastas, académicos o simples aventureros, animados únicamente por su
sed de conocimiento, iniciaron viajes en todas direcciones hacia los
confines de la tierra. Pronto las bibliotecas del mundo se vieron inundadas
de una impresionante cantidad de publicaciones que reseñaban la experiencia
de múltiples exploraciones científicas en los lugares más recónditos del
orbe.
Antonio Raimondi crece en este tiempo, alimentando su espíritu de esta
filosofía a la que le hacía falta un destino para cumplir con su misión.
Animado por sus estudios de América, surgió el entusiasmo por el Perú como
meta, imaginándolo sin conocerlo, describiéndolo de la siguiente manera:
"Además, su proverbial riqueza, su variado territorio que parece reunir en
sí, en los arenales de la Costa, los áridos desiertos del África; en las
dilatadas Punas, las monótonas estepas del Asia; en las elevadas cumbres de
la Cordillera, las frígidas regiones polares; y en los espesos bosques de la
Montaña, la activa y lujosa vegetación, me decidieron a preferir el Perú
como mi campo de exploración y de estudio" (El Perú, Tomo I: p. 6).
La realidad que descubrió superó sus sueños; por diez y nueve años de viajes
la naturaleza manifestada en sus más diversas y contradictorias realidades
geográficas alojaron sus andanzas. El océano, el litoral desértico, islas
marítimas o fluviales, lomas estacionales, paramos, punas, quebradas,
angostos valles interandinos, nieves perpetuas, bosques secos, nubosos o de
lluvia, caudalosos ríos amazónicos, entre otros escenarios naturales,
acompañaron sus andares e inspiraron sus notas sobre las distintas especies
de animales, platas y grupos humanos que las habitaban.
En su tiempo, grandes extensiones del territorio de la joven republica
peruana eran lugares remotos y desconocidos para la ciencia, cuya verdadera
riqueza y potencial permanecían aún por ser descubiertos. Esta condición era
la causante de que no existieran mapas confiables, por lo que la necesidad
de elaborar una carta nacional era un requerimiento fundamental a fin de
ilustrar a cabalidad la totalidad de su obra.
Con brújula en mano, midió con sus pasos el recorrido de sus itinerarios, calculó distancias y auxiliado por el barómetro, estableció la altura sobre el nivel del mar de los territorios que exploró. Conocedor palmo a palmo del Perú, fue de los primeros en definir sobre la base de criterios geográficos, geodésicos e históricos los límites del territorio peruano. Conocía de la importancia de las cartas para el desarrollo de un país, no sólo porque facilitaban la planificación y ejecución de cualquier tipo de proyecto, sino como un instrumento fundamental de cohesión política y social. El recuerdo siempre presente de Italia, desmembrada a conveniencia de vecinas fuerzas foráneas, contribuyó también en su interés explicito por concretar un detallado mapa del Perú.
La experiencia e información acumulada de sus viajes se
plasman en lo que es una de las obras cumbres de la historia de nuestra
cartografía: la primera carta nacional a detalle del Perú republicano.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que ella es el gran resumen del
trabajo de Raimondi. En sus leyendas se deja apreciar el carácter monumental
representado por su obra, donde a las clásicas convenciones de capitales de
provincia, poblados, límites políticos o caminos se suceden ubicaciones
precisas de ruinas prehispánicas, puentes, puertos, haciendas, tambos,
misiones o cumbres montañosas; minas de oro, plata, cobre o carbón; las
últimas adquieren coherencia si tenemos en cuenta que la carta también
consideró convenciones para ferrocarriles existentes como por construir.
Tierras pantanosas, desiertos, bosques, arenales e islas, junto con la
ubicación precisa de las etnias amazónicas, terminan por darnos una
apreciación de la diversidad natural y cultural del Perú que descubrió para
la ciencia.
Su carta nacional fue a la vez síntesis del espacio de sus estudios y
descubrimientos, como testimonio de su visión por el futuro desarrollo
social y económico del país.
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